sábado, 20 de noviembre de 2010

Y he aquí un Dios:

Querido Todopoderoso:

Dado que eres (me tomo el placer de tutearte) un ser omnipresente, he dicidido escribirte esta carta... una más entre millones de las que tendrás que haber recibido a lo largo de los siglos.

Quería agradecerte muchas cosas, entre otras, las cientos de vidas que te has llevado a lo largo de los años. Entiendo que te sientas muy solo y hayas decidido arrebatarle la vida a personas inocentes. Pero lo que me mata de verdad es ver el mundo que tan perfectamente has creado y que tanto amas. No solo en tu nombre han habido cruzadas que han acabado con cientos de miles de vidas, vidas cristianas, vidas musulmanas que han muerto en tu honor. No solo han habido una serie de catastrofes naturales que luego me tomaré el placer de mencionar. ¡No! Sino que en tu nombre hemos tenido monarcas tiranos, vivido en poder del retraso que la iglesia nos ha impuesto, injusticias machistas, atentados, guerras. Por no hablar de la colonización de América... Cuenta la vida de los indigenas que murieron a manos de, por desgracia, mis antepasados.

Pero lo que más tengo que agradecerte es que sigas sentado en tu trono, observando nuestras miserables vidas, sin hacer nada al respecto. Agradezco mucho las vidas que has quitado de mi lado, los apoyos de los que me has privado; amigos, familiares...

Me pregunto si verdaderamente existe un cielo, o si Lucifer está observando el mundo que tenemos a nuestros pies. Incluso debo admitir, que no creo en ti.

Te escribo esta carta, porque he perdido toda razón que me quedaba. Después del terromoto en Haití, de las inundaciones en la isla de Madeira, después del terremoto que tuvo lugar en Chile, y de ese movimiento sismico en Salta (Argentina), tormentas en Europa con olas gigantes en el Mar Mediterráneo, sin olvidarnos de otro terremoto en Taiwán, o el sismo ocurrido en Sumatra.

Después todas estas catastrofes naturales ocurridas en menos de un año, no tengo razón. Tampoco la quiero tener.

Después todos los casos de corrupción, todas las injusticias a la clase trabajadora... prefiero actuar como un loco.

Mi muy apreciado Señor benevolente, al que tanto rezamos... Quería decirte, da igual lo que nos eches.
Quería que supieras que seremos la raza más estúpida, más insensata, más egoista, más violenta y seguramente somos los que menos nos merecemos vivir en tu mundo, pero no te será fácil acabar con nosotros. Porque si mandas un terremoto, nuestras manos se unirán. Porque si mandas un tsunami, enviaremos ayudas, para salvar a las personas, que aún tengan la fuerza y la voluntad de enfrentarte. Porque puedes mandar las plagas bíblicas, que seguiremos en pie. Porque da igual de dónde seamos; España, Argentina, Colombia, Chile, Perú, México, Guatemala, Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Dinamarca, Italia, Rusia, Guinea, Marruecos, ... y podría seguir nombrando todos los países de este mundo. Porque, seamos de donde seamos, ahí estaremos para demostrarte que, al fin y al cabo, cuando llega el momento de la verdad, somos uno.

Querido "Dios", ya no creo en ti, creo en nosotros, en nuestros actos.

Atentamente,

Las victimas del mundo.


Por J.T.R.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Un final brillante:

El día que exhale mi último aliento, espero que sea Diciembre...

Encerrado en un ataúd de caoba, la lluvia cayendo sobre los paraguas de los que vayan a darme un último adiós. Pero lo que ellos no saben es que yo estaré ahí. Iré con mi camisa favorita, con esa sonrisa que siempre pretendí regalarles, con el brillo en mis ojos, el brillo de la vida e intentaré hacer de ese día gris, el día más brillante de todos.

Porque me acercaré a cada uno de mis seres queridos y les daré el mayor regalo que jamás se haya regalado... EL RECUERDO

Mientras las lágrimas recorran sus rostros, alejaré la lluvia que empapan y humedecen sus corazones. Caminaré por el verde césped, recuperando el color que la muerte ha intentado ocultar. Y respiraré al lado de todos aquellos que hayan ido a darme un último adiós. Mi aliento se fusionará con su respiración y sentirán un escalofrío... ¡Porque me sentirán! Porque intentaré atraer el canto de los pájaros y acariciaré las rosas para que estén se abran y desprendan mi fragancia, la fragancia que penetrará en los presentes. Me sentaré en el césped y arrancaré pedazos de hierba mientras todos miran ese ataúd de caoba, en silencio.

Disfrutaré un rato, sentado en la hierba, sonreiré viendo su tristeza sin sentido, viendo sus lágrimas desperdiciadas cayendo sobre el césped, viendo sus corazones afligidos.

Ha llegado la hora de actuar.

Me levanto, me acerco a cada uno de ellos;

Me acerco a mi hermana, me coloco a su lado y le revuelvo el pelo, le recuerdo las madrugadas de reyes, las tardes de compras, todos esos momentos que, aunque escasos, compartí a su lado.

Veo a mis amigos, les paso el brazo por los hombros y les recuerdo los días después de clase, cuando íbamos a la playa, los paseos por la avenida en donde contaba mis penas, mis alegrías, mis planes, las promesas de viajes a Los Ángeles, las aficiones que compartí con ellos.

Es el turno de mis primas, esas enanas que me han dado más de lo que jamás podré agradecerles. Las abrazos con todas mis fuerzas, y les recuerdo sus nombres y sus poderes, Agua y Aire, les recuerdo las aventuras en el almacén y la casa en el árbol que creamos. Les recuerdo todos los momentos que vivimos juntos. Un último gran abrazo.

Mi novia, beso sus lágrimas, su mejilla, y la abrazo. Cuantos momentos a su lado, imposible elegir uno en particular... Así que le hago recordar desde el principio hasta el final, todo lo que vivimos juntos. Desde nuestras primeras conversaciones, nuestro primer beso, nuestras aventuras vividas juntos. El calor que ella me dio en vida, se lo intentaré dar en mi muerte.

Llego a mis padres y el cuerpo se me paraliza. Pero les sonrío, les abrazo con fuerzas. A ellos les recordaré los cuentos que me contaban por las noches, los "levántame" y los abrazos que siempre les di, para que nunca  les faltara el calor, y los te quiero que nunca callé. Les recordaré los inventos que intentaba crear, las tarde en las que hacía mousse de chocolate, los tiros a puerta, el día que dije mi primera palabra, cuando empecé a caminar...

El color vuelve a sus rostros, porque recuerdan.

Sigo vivo, porque me recuerdan.

No sé cuánto me queda de vida, 10 años, 20, 50, 100...

Solo sé que no moriré ese día.

Ese día me sentaré en el ataúd que encierra mi cuerpo, porque mi alma no hay caja que pueda encerrarla.

El sol tiene una luminosidad de 3,827 x 1026 W...Ese día haré que en sus ojos, el brillo sea aún más intenso.
 
El día que se acabe mi camino, haré de mi final, el final más brillante que jamás pude haber creado...

El día que exhale mi último aliento, será Julio...


Por J.T.R.

domingo, 7 de noviembre de 2010

En tinta y Grito #2

"La literatura es esencialmente soledad. Se escribe en soledad, se lee en soledad y, pese a todo, el acto de la lectura permite una comunicación profunda entre los seres humanos."
                             Paul Auster